CAPÍTULO
I
¿POR
QUÉ UNA SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA?
1.-
Literatura y sociedad
Existen muchas maneras de explorar un
hecho literario pero muchas veces se comete un error al momento de analizarlo
porque no se toman los elementos necesarios para ello. La sociedad está
inherente al estudio literario y ambas se relacionan logrando de esta forma una
buena interpretación.
II.
Historia
Si bien es cierto el significado que
hoy porta el concepto literatura ha variado, vamos a ver que aún conserva algo:
su relación con el colectivo y la forma de intercambio. Es a mediados de 1800 que la literatura comienza
a tomar una conciencia de la sociedad y plasma de manera inherente algunos de
los problemas que atraviesa la sociedad
de la época. Sin lugar a dudas uno de los primeros escenarios será Francia, que
será tomado como un escenario de nociones de literatura y sociedad.
El marxismo también ha tenido una
fuerte relación con la literatura desde el punto de vista sociológico. Aunque la
principal oposición sociológica en la Unión Soviética acerca del “labor” de la
literatura fue la del Formalismo, escuela que proponía aplicar una ciencia
estética a las formas y procedimientos literarios. Por otro lado las ciencias
sociológicas fueron dejando de lado el aspecto literario al no tener un complejo de datos o definiciones.
Fue François Mentré quien fundamento
la idea de Generación, la cual permite estudiar los fenómenos sociológicos de
la literatura, ya que mostró realmente el significado sociológico “de este
problema de inspiración colectiva que es el de la las generaciones literarias”
CAPITULO
II
¿CÓMO
ABORDAR EL HECHO LITERARIO?
I.
Libro, lectura, literatura.
Estos tres elementos se sobreponen parcialmente
y veremos porque.
Definir el libro es cosa complicada;
muchos autores solo han apelados a definir su forma material mas no su forma
funcional; así, no es muy usado el hecho que lo consideren como un medio de
intercambio cultural. Pero sin lugar a dudas es la lectura quien lo define.
Por otro lado para evaluar el fenómeno
de la lectura es necesario valernos de diferentes aspectos que están muy
alejados del plano cuantitativo. El libro, no presenta la literatura a través de
ningún criterio cualitativo. Nuestro criterio permanece en lo que llamamos
aptitud de la gratuidad.
La lectura supone una convergencia de
intenciones entre lector y autor; una definición más amplia exige por lo menos
una compatibilidad de intenciones. Si olvidamos estas exigencias, no será imposible
ver en la lectura otra cosa que no sea el consumo mecánico de un cierto
material impreso, nos será imposible ver en
un libro otra cosa que no sea una de las formas de este material y, sin
duda, no la más importante.
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